COMODIN
El principio de todo espacio vacio es ser una pantalla para nuestras proyecciones, por tanto ningún espacio vacio realmente existe, están todos poblados de la peliculita de cada uno. Son como las manchas del test de Rorschach. Y nuestras proyecciones no son siempre amigables, por eso los espacios vacios pueden ser perturbadores. Por mas que estén llenos de cosas materiales, como los cuartos donde se guardan cosas, los bosques, los desiertos, las horas muertas de la noche o la soledad.
Cuando voy viajando de Córdoba a Catamarca paso por las salinas, desde la ventanilla, veo el desierto blanco y sueño siempre con bajarme ahí y caminar en línea recta hacia el horizonte. Perderme en ese vacio enorme. Así me pasó un poco cuando caminando por barrio Observatorio vi este baldío, todas las casas alrededor son blancas o amarillas, pero el baldío es verde, tiene dos arcos de futbol oxidados como dos puertas y el suelo cubierto de yuyos que llegan a media pierna, me dieron ganas de detenerme y meterme ahí, pararme en el medio y caminar dando círculos.
Por eso estoy ante una puerta a mi derecha y otra a mi izquierda y no se adonde iré a parar, las venas rojas como el coral, se ramifican y se hacen árbol, los cuadros de Dalí son demasiado dadá para mi, prefiero el realismo mágico donde estas sentado y la lámpara puede ponerse a flotar y vos podes mirarla impávido.
En mi infancia en Cordoba en barrio Jardin, habia un terreno baldio en mi cuadra y en la cuadra del frente, y muchos otros en cuadras cercanas, con los años fueron cada vez mas escasos puesto que se ha construido en casi todos ellos. Eran entonces como ahora, motivo de conflictos, espacios de juego y de acumulación de basura. En un principio lo que se arrojaba eran troncos, ramas productos de las podas y escombros, con el correr de los años apareció la nueva modalidad de hacer de los baldios basurales domesticos, con lo que cada vez fue mas difícil jugar allí: quemar cosas con una lupa, explorar mundos deshabitados, crear guaridas y fuertes, colgar llantas para hacer columpios, criar perros y gatos abandonados. Los días de lluvia hacían aflorar multitudes de caracoles que lo llenaban todo de baba plateada. Todo estaba verde, todo estaba húmedo y una inmensa pila de ladrillos que luego seria un edificio de departamentos para estudiantes era una montaña por la que trepar, lo mismo que el árbol rodeado de arena a la cual caer desde la tapia. Cada uno de los baldios tenia su geografía exacta a la vez que cambiante como la de un país y yo me conocía el mapa perfectamente.
El principio de todo espacio vacio es actuar de comodin. Y si ademas el vacio es colonizado por niños será un espacio mutante donde se sucedan mundos imaginarios que son tan reales como el que materialmente habitamos. A diferencia de las plazas donde la imaginación de los niños esta regulada por juegos prefabricados y normada por la presencia de los adultos, los baldios son lo que un niño quiera crear allí, en simultaneo, planeta, bosque, selva, isla, castillo, laberinto.
Recuerdo la ultima vez que jugué y fue el fin de la infancia, porque podía perderme en la fantasia creada por momentos para emerger a la conciencia como quien despierta de a ratos, desvaneciéndose los mundos creados para verme dando vueltas una y otra vez como pelotuda a lo que momentos antes era una compleja red de senderos como un circuito de etapas donde se iban sucediendo situaciones que iba sorteando, por supuesto, como heroína siempre. Asi como de adultos los espacios revisitados se presentan mucho mas pequeños que en el recuerdo, asi se reducia la epopeya a un especie de pasatiempo sin sentido cercano al ridículo y el aburrimiento. Para perderse luego vendría el sexo, al comida, la religión, las drogas, las canciones, el amor y si, el arte. Muchos años mas tarde soñé con un baldio de noche lleno de caracoles rojos luminosos.
Lo que yo quería hacer en el baldio en un principio era poner a habitar allí a Phantasia. Phantasia tiene el pelo largo y la piel azul. Tiene mariposas monarca de papel en el pelo, negras y naranjas. Phantasia esta parada en el medio del baldio. sostiene una rama grande pintada de rojo, es un tronco grande con muchas ramas como venas.
Mas tarde concluí que, a falta de entusiasmo, Phantasia era demasiado para mi, y que además lo que realmente veía en el baldío era una rama roja flotando en el medio. Mira el baldío parado desde la vereda, imagina en el medio una rama roja flotando, y ya que estamos que gire sobre si misma suspendida, fin.
Hay una puerta a la derecha y otra a la izquierda. Hasta hace poco tiempo, muchas cosas tenían gran impacto en mí. Y es que el entusiasmo sostiene todas las cosas y el entusiasmo tiene mucho que ver con la fantasía, cuando no esta mas, pasa lo mismo que con las casas abandonadas, no es ni el tiempo ni la lluvia ni las ratas ni las hormigas ni el viento ni el polvo ni el sol ni los yuyos lo que las hace derrumbarse poco a poco, es lo que no esta. La energía es lo que mantiene las cosas unidas como el cemento entre los ladrillos. El entusiasmo es lo que nos mantiene accionando y la fantasía al entusiasmo. No en vano me abre leído tantos libros orientaloides como para decir que acción e ilusión van de la mano en una tarde de verano.
No se adonde voy a ir a parar sin mi entusiasmo. En cumbres borrascosas Heathcliff dice ¡no puedo vivir sin mi vida! ¡no puedo vivir sin mi alma!. Pero si que se puede. Y no es nada trágico, es más bien algo ordinario. Y es un infierno embriagador.
FANTASIA: del latin phantasia y del griego phantasos, hijo o servidor del Sueño, encargado de producir las visiones en el sueño. Para la palabra griega
phantasia, aparición e imaginación, su raíz es el verbo griego phaíno, aparecer mostrar(se) manifestar(se), origen de numerosas voces en griego y castellano como fantasma, fenómeno, fantasia.
Phantasia tubo una infancia solitaria llena de largas siestas en los baldios donde ciertamente fue feliz, dado que no sabia que estaba sola o que es la soledad y ese conocimiento es algo construido con los años y los juicios como se contruyen las casas. Y ese infierno es encantador.
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El principio de todo espacio vacio es ser una pantalla para nuestras proyecciones, por tanto ningún espacio vacio realmente existe, están todos poblados de la peliculita de cada uno. Son como las manchas del test de Rorschach. Y nuestras proyecciones no son siempre amigables, por eso los espacios vacios pueden ser perturbadores. Por mas que estén llenos de cosas materiales, como los cuartos donde se guardan cosas, los bosques, los desiertos, las horas muertas de la noche o la soledad.
Cuando voy viajando de Córdoba a Catamarca paso por las salinas, desde la ventanilla, veo el desierto blanco y sueño siempre con bajarme ahí y caminar en línea recta hacia el horizonte. Perderme en ese vacio enorme. Así me pasó un poco cuando caminando por barrio Observatorio vi este baldío, todas las casas alrededor son blancas o amarillas, pero el baldío es verde, tiene dos arcos de futbol oxidados como dos puertas y el suelo cubierto de yuyos que llegan a media pierna, me dieron ganas de detenerme y meterme ahí, pararme en el medio y caminar dando círculos.
Por eso estoy ante una puerta a mi derecha y otra a mi izquierda y no se adonde iré a parar, las venas rojas como el coral, se ramifican y se hacen árbol, los cuadros de Dalí son demasiado dadá para mi, prefiero el realismo mágico donde estas sentado y la lámpara puede ponerse a flotar y vos podes mirarla impávido.
En mi infancia en Cordoba en barrio Jardin, habia un terreno baldio en mi cuadra y en la cuadra del frente, y muchos otros en cuadras cercanas, con los años fueron cada vez mas escasos puesto que se ha construido en casi todos ellos. Eran entonces como ahora, motivo de conflictos, espacios de juego y de acumulación de basura. En un principio lo que se arrojaba eran troncos, ramas productos de las podas y escombros, con el correr de los años apareció la nueva modalidad de hacer de los baldios basurales domesticos, con lo que cada vez fue mas difícil jugar allí: quemar cosas con una lupa, explorar mundos deshabitados, crear guaridas y fuertes, colgar llantas para hacer columpios, criar perros y gatos abandonados. Los días de lluvia hacían aflorar multitudes de caracoles que lo llenaban todo de baba plateada. Todo estaba verde, todo estaba húmedo y una inmensa pila de ladrillos que luego seria un edificio de departamentos para estudiantes era una montaña por la que trepar, lo mismo que el árbol rodeado de arena a la cual caer desde la tapia. Cada uno de los baldios tenia su geografía exacta a la vez que cambiante como la de un país y yo me conocía el mapa perfectamente.
El principio de todo espacio vacio es actuar de comodin. Y si ademas el vacio es colonizado por niños será un espacio mutante donde se sucedan mundos imaginarios que son tan reales como el que materialmente habitamos. A diferencia de las plazas donde la imaginación de los niños esta regulada por juegos prefabricados y normada por la presencia de los adultos, los baldios son lo que un niño quiera crear allí, en simultaneo, planeta, bosque, selva, isla, castillo, laberinto.
Recuerdo la ultima vez que jugué y fue el fin de la infancia, porque podía perderme en la fantasia creada por momentos para emerger a la conciencia como quien despierta de a ratos, desvaneciéndose los mundos creados para verme dando vueltas una y otra vez como pelotuda a lo que momentos antes era una compleja red de senderos como un circuito de etapas donde se iban sucediendo situaciones que iba sorteando, por supuesto, como heroína siempre. Asi como de adultos los espacios revisitados se presentan mucho mas pequeños que en el recuerdo, asi se reducia la epopeya a un especie de pasatiempo sin sentido cercano al ridículo y el aburrimiento. Para perderse luego vendría el sexo, al comida, la religión, las drogas, las canciones, el amor y si, el arte. Muchos años mas tarde soñé con un baldio de noche lleno de caracoles rojos luminosos.
Lo que yo quería hacer en el baldio en un principio era poner a habitar allí a Phantasia. Phantasia tiene el pelo largo y la piel azul. Tiene mariposas monarca de papel en el pelo, negras y naranjas. Phantasia esta parada en el medio del baldio. sostiene una rama grande pintada de rojo, es un tronco grande con muchas ramas como venas.
Mas tarde concluí que, a falta de entusiasmo, Phantasia era demasiado para mi, y que además lo que realmente veía en el baldío era una rama roja flotando en el medio. Mira el baldío parado desde la vereda, imagina en el medio una rama roja flotando, y ya que estamos que gire sobre si misma suspendida, fin.
Hay una puerta a la derecha y otra a la izquierda. Hasta hace poco tiempo, muchas cosas tenían gran impacto en mí. Y es que el entusiasmo sostiene todas las cosas y el entusiasmo tiene mucho que ver con la fantasía, cuando no esta mas, pasa lo mismo que con las casas abandonadas, no es ni el tiempo ni la lluvia ni las ratas ni las hormigas ni el viento ni el polvo ni el sol ni los yuyos lo que las hace derrumbarse poco a poco, es lo que no esta. La energía es lo que mantiene las cosas unidas como el cemento entre los ladrillos. El entusiasmo es lo que nos mantiene accionando y la fantasía al entusiasmo. No en vano me abre leído tantos libros orientaloides como para decir que acción e ilusión van de la mano en una tarde de verano.
No se adonde voy a ir a parar sin mi entusiasmo. En cumbres borrascosas Heathcliff dice ¡no puedo vivir sin mi vida! ¡no puedo vivir sin mi alma!. Pero si que se puede. Y no es nada trágico, es más bien algo ordinario. Y es un infierno embriagador.
FANTASIA: del latin phantasia y del griego phantasos, hijo o servidor del Sueño, encargado de producir las visiones en el sueño. Para la palabra griega
phantasia, aparición e imaginación, su raíz es el verbo griego phaíno, aparecer mostrar(se) manifestar(se), origen de numerosas voces en griego y castellano como fantasma, fenómeno, fantasia.
Phantasia tubo una infancia solitaria llena de largas siestas en los baldios donde ciertamente fue feliz, dado que no sabia que estaba sola o que es la soledad y ese conocimiento es algo construido con los años y los juicios como se contruyen las casas. Y ese infierno es encantador.
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EL PAIS DE LOS MARAVILLOS Cuentos de niños, para gente grande y peluda del arte / Sexta entrega
La madera seca esta viva aun, puede seguir creciendo y brotando después de muchos años si recibe humedad. Por eso Alicio compra muebles y se dedica a plantarlos en el jardín y echarles agua con la esperanza de que florezcan algún día. Una tarde en particular, es decir una tarde exactamente igual a mil tardes como aquella, una mesa de luz hecho una raíz. Fue la primera de toda aquella plantación pero las demás mesas de luz decidieron imitarla solo por seguirle la corriente. Música triste para los roperos y las sillas por ortivas. Un plato volador pasa velozmente arrojando mortadelas gratis y desplegando un cartel que dice: nada que ver. Un caracol se desliza por la huerta y se presenta: soy Un Montón de Sandeces! Hola!, los muebles le contestan: hola Montón de Sandeces!. Mientras tanto la mesa de luz continua echando profundas raíces que revientan las cañerías de las casas vecinas y levantan los pisos. Los vecinos creen que son muertos porque están de moda las películas de zombis pero no hacen nada al respecto porque hace mucho calor. Los pájaros desorientados no saben que hacer con una huerta de muebles ni como se come eso, se miran en los espejos de los roperos y se sacan selfies con las mesitas ratoneras. Montón de Sandeces encantado con la sociabilidad de la madera trae a toda su familia con lo que tenemos una sarta de Sandeces. Alicio lo mira todo por la ventana pero no hace nada porque hace demasiado calor. Decide darse una ducha pero cuando abre el grifo salen un montón de raíces que inundan la casa. Golpean la puerta, es una pantufla con un cartel de que dice “ammmm”.
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“El país de los Maravillos” es una serie de cuentos escritos por Eva Finquelstein a partir de la serie gráfica “Geometrías inestables” de Pablo Bofelli.
“Geometrías inestables” y “El país de los Maravillos” son producciones específicas para el ciclo Expectativa Cero de Galerías Efímeras.
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